martes, 9 de diciembre de 2008

Vimos a Madonna en su último show


No es casualidad que en el título se haya escogido la palabra "vimos", en lugar de "escuchamos". Es que el concepto del espectáculo que monta la Reina del Pop es sobre todo visual y no auditivo. De hecho, entre un increíble y fascinante despliegue de efectos especiales, pantallas gigantes, colores, cambios de vestuarios, bailes y coreografías, encima pedirle que cante sería demasiado; el playback es la principal herramienta del show. Sólo en pequeños fraseos de las canciones más movidas, y en algunos (no más de 5) temas, Madonna nos regala su bellísima voz de manera full time. 

Ante un clima previo de excitada celebración, con una cancha de River colmada de gente ansiosa por ver a su ídola (recordemos que en un principio iba a ser la primera fecha, y terminó siendo el recital de cierre) y muchas ganas de bailar, una refrescante y amenazante lluvia invadió de temor al estadio: lo único que faltara era que se suspendiera otra vez. Finalmente, con casi media hora de atraso, la diva arrancó un show furioso, plagado de sonidos electrónicos, con muchas canciones del último disco, Hard Candy, y muchos remixes y reversiones de los temas más clásicos. Todo eso acompañado de una ostentosa exposición de tecnología y puesta de escena. Fue un show de dos horas que confirmó a Madonna como una artista en pleno movimiento, que mira siempre para adelante, en evolución y sin ataques melosos de melancolía. Su espectáculo es casi futurista, con una propuesta que podría compararse con ver un Cirque du Soleil a gran escala, y con un hit sonando detrás de otro. 

Sin dudas, frente a la impactante propuesta visual, los que mejor pasaron fueron los que pudieron verlo en paz, esos pocos que pudieron pagar lo que salía una entrada ViP. El resto tuvo que lucharla como pudo entre la multitud. Ahí, sin posibilidades de disfrutar a pleno de la vista, surgieron algunas dudas respecto de la propuesta musical. Hubo mucha remezcla y fusión de un tema con otro, se eligió un sonido fragmentado, que limitaba y ensuciaba la continuidad de la canción, y no se pudo escuchar ninguna en su versión original (una que suene como la escuchamos siempre, por favor!!), lo que tratándose de una artista que seguramente no volveremos a ver, fue una lástima. De todos modos, el espectáculo es excelente, la gente vibró hasta el éxtasis en algunos temas (ray of light fue el mejor momento, give it 2 me un excelente cierre). Y Madonna cumplió con lo que prometía su show, convertir la cancha de River en una disco gigante, desbordada de tecnología pop, música y modernidad. Eso sí, más que escuchar había que mirar.

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